El distrito de Akihabara en Tokio es uno de los lugares más mágicos en los que uno puede andar cuando se está en Tokio; es un punto de encuentro entre las diversas subculturas niponas que tanto fascinan a los occidentales, por sus enormes tiendas para geeks/otakus donde igual encuentras una megatienda de juegos de video que una pequeña tienda de reparación de televisiones; de hecho en sus orígenes está el hecho de ser un distrito donde vendían componentes de electrodomésticos y que pasó con el tiempo a ser el eje del entretenimiento japonés, sobre todo en los años ochentas con el auge del anime, los dōjinshi (同人誌 -mangas autopublicados-) y los juegos de video. Un fenómeno que se replicaría en otras ciudades de Japón, como Osaka, con su distrito Den-Den Town en el centro del entretenimiento de la ciudad. Ambos distritos llegarían a ser referentes de la cultura geek durante los años noventas y hasta nuestros días en donde compañías como Sega y Taito, famosas por sus videojuegos, tendrían enormes edificios diseñados para los arcades (o maquinitas para nosotros) convirtiendo a Akihabara, al lado de megatiendas como Sofmap y Traders, en la meca de los videojuegos.
Sin embargo, en tiempos recientes, y debido a la digitalización global, muchos espacios han comenzado a enfocarse en la venta de productos relacionados con el manga y el anime, así como de figuras de acción y coleccionables (un mercado que definitivamente nunca será digital), en detrimento de los juegos de video que poco a poco comienzan a dejar el formato físico para pasar a plataformas digitales, así que el coleccionismo plástico se erige como la parte esencial de estos distritos. Pero no sólo los videojuegos, mangas y figuras de acción conviven aquí, sino otro tipos de productos y servicios que jamás veremos en nuestros países. Caminar por las anchas calles de estos distritos y sus estrechos callejones aledaños, es caminar por un mundo nuevo, fascinante y a veces extraño, donde nuestra moral occidental es constantemente puesta a prueba por la diversidad cultural que Japón nos presenta. Esta diversidad se manifiesta con actitudes y costumbres que nunca entenderemos del todo, y los distritos del entretenimiento japoneses nos recuerdan constantemente que no estamos en casa, sino en el mundo al otro lado del espejo.

Lolicón
La palabra lolicon (ロリコン -rorikon-) es una contracción de Lolita complex (complejo Lolita) que se refiere, grosso modo, a una preferencia sexual por jovencitas menores de edad, derivada a su vez de la novela Lolita de Vladimir Nabokov, y que también es un género de manga en sí mismo que muestra a dichas jovencitas siendo representadas de manera erótica. Sin adentrarme mucho en cada género del manga, sí es importante señalar que en Japón hay varios géneros del manga que suelen enfocarse en diversos grupos de edad y que uno de los más populares es es el shōjo, que está dirigido sobre todo a un público femenino; este género tiene una particularidad, ya que hay un concepto que marca la pauta estética de su dibujo, el bishōjo, que se refiere a la belleza (en japonés “bi”) de los personajes femeninos (shōjo en japonés significa “niña joven”) que es un aspecto muy importante tanto de los mangas como del anime, ya que en Japón es casi una religión la idealización de la belleza, más aún cuando se da entre mujeres jóvenes y nínfulas, incluso en series populares en el mundo occidental como “Sailor Moon” (美少女戦士セーラームーン –Bishōjo Senshi Sērā Mūn- Pretty Guardian Sailor Moon) de la mangaka Naoko Takeuchi, el manga/anime shōjo por excelencia y cuya adaptación al anime fuera objeto de una hipersexualización de las Sailor Scouts (todas de 14 años de edad) que en apariencia pasó desapercibida para nosotros, si bien éramos pequeños y en esos tiempos no había tanta información disponible al público como ahora. El lolicon es omnipresente tanto en librerías como en tiendas especializadas en mangas y las dedicadas a los dōjinshi que se han apoderado de muchos espacios en Akihabara.

El lolicon va más allá del bishōjo al erotizar a sus personajes que incluso son más pequeñas que las Sailor Scouts (piensen en Chibiusa/Rini de Sailor Moon, pero en situaciones, vestuario y poses más comprometedoras, por usar un eufemismo). Mangas (y sus adaptaciones al anime) como Kodomo no Jikan (La hora de los niños) de la mangaka Kaworu Watashiya juegan con esta idea de la “Lolita Fatale” que hace hasta lo imposible por seducir a su Sensei o profesor. Dentro del imaginario japonés, la relación (en la ficción) entre un adulto y una niña se da siempre y cuando ella sea quien tome la iniciativa, esto pretende hacer lavar las manos a los adultos quienes, siempre en una sociedad paradójicamente conservadora, no se atreverían a mancillar la inocencia (a menos que la inocencia misma quiera ser mancillada). Si bien se ha intentado reformar/censurar al lolicon, las razones por las cuales se mantiene como un género tan popular en Japón, incluso en estos días donde hay mucha atención mediática en temas de igualdad de género, es porque asociaciones civiles y hasta partidos políticos han manifestado que una obra de ficción no puede ser sujeto a leyes que involucran a personas reales. Políticos, mangakas y fans argumentan que no hay crimen si todo tipo de perversión se comete a un personaje ficticio; no hay víctimas sino un atentado en contra de la libertad de expresión. Curiosamente esta hipersexualización de las niñas también atrae a un público femenino, y es Watashiya con su obra de Kodomo no Jikan quien le da un vuelco a la idea de que sólo los hombres pueden sexualizar/erotizar a las menores de edad.

Maid Cafés
Si bien técnicamente hay Maid Cafés (メイドカフェ -Meido Café-) incluso en México, no los hay de la manera como son en Japón. Estos cafés siguen jugando con el imaginario lolicon, si bien llevándolo a una faceta “real”, donde las muy jóvenes meseras vestidas de maids francesas tratan a los clientes como si éstos fueran sus “amos”. La mayoría de los clientes suelen ser los famosos salarymen (サラリーマン –sararīman- hombres asalariados) quienes buscan un escape de sus vidas rutinarias en sus oficinas que consumen sus vidas (básicamente la versión japonesa de los Godínez mexicanos) y ven en la personalizada atención de las maids, quienes visten ajustados vestidos y corsés, su escape perfecto, si bien la idea detrás de este concepto no es la de sexualizar a las meseras como si se tratara de un hostess bar donde los parroquianos pagan por bebidas caras a las hostess para tener su atención por cierta cantidad de tiempo, sino sólo sentirse (engañosamente) amados mientras beben un café y escuchan J-Pop.
Ciertamente, los tiempos cambian y también hay cafés servidos por hombres y newhalfs -transexuales- (también conocidos en el medio ficticio como ふたなり –futanari– forma dual) para satisfacer una demanda mayor de usuarios sin importar su género u orientación sexual, incluyendo servicio a turistas extranjeros. También los Maid Cafés tradicionales (con maids mujeres) son populares entre estudiantes y oficinistas mujeres. Nacieron en Akihabara con la llegada del nuevo milenio y se han expandido por todo Japón en donde no es difícil encontrar uno en cualquier rincón urbano del país.

Enjo kōsai
Una de las formas más polémicas en las que podría convertirse la cultura de las maids de manera errónea es el enjo kōsai (援助交際 -asistencia-compañía-) que se define como citas por compensación y que se refiere al tipo de citas (que pueden o no llegar a ser sexuales) que hombres mayores tienen con jóvenes, sobre todo adolescentes de prepa. Técnicamente es una práctica ilegal en Japón (donde todo tipo de prostitución está penalizado, aunque el enjo kōsai no se encuentre legislado debido a que no toda su práctica se refiera a una labor meramente sexual, sino sólo de compañía). Es común ver en lugares de Akihabara anuncios donde las estudiantes promocionen sus servicios, o en algunos casos se encuentren en la misma calle vestidas de marineritas o sailor fuku (セーラー服 –Sērā fuku-) a lo Sailor Moon debido a que es el traje que las estudiantes de Japón llevan a la escuela, a veces confundiéndose a las maids que buscan clientes para sus cafés en las calles aledañas a estos distritos del entretenimiento, aunque estas últimas suelen vestirse más discretamente. Las, llamémosle sailor fuku, suelen evitar a los extranjeros debido tanto a la limitación del lenguaje como a la vergüenza misma debido a que ésta es un aspecto que mueve mucho a la sociedad japonesa que sigue siendo una paradoja debido a lo conservadora y excesivamente liberal que pueda parecer al mismo tiempo.

Junior Idols (U-15)
El tema más polémico que pueda tratar aquí es el de las Junior Idols (ジュニアアイドル, –junia aidoru-) quizá porque es algo mucho más visible que las sailor fuku. El fenómeno idol en Japón genera millones y millones de dólares cada año en un país que consume la mayor parte de su entretenimiento de manera local. Las idols son jóvenes celebridades que se dedican a la actuación, canto y modelaje, y su vertiente junior se refiere a las jovencitas menores de 15 años (U-15 -Under 15-) que venden su imagen a través de DVDs o Blu-Rays para promocionar su obra, si bien éstos tienden ser un tanto eróticos para nuestra percepción, en donde posan/modelan en trajes de baño, de ballerina y como colegialas. Habría que aclarar que hay diversos tipos de Junior Idols, las que comercializan su imagen para atraer más clientes y comenzar una carrera en el mundo de la industria musical que es la segunda más grande del mundo después de Estados Unidos, y las que dejando a un lado el aspecto musical, venden su imagen de manera directa en video o en fotolibros que se venden en cualquier librería del país, siendo el modelaje su prioridad.
Dicho sea de paso, es de llamar la atención que la mayoría de todos los establecimientos en Japón, sobre todo en las grandes ciudades donde el espacio de construcción suele ser pequeño, por lo cual todo tipo de negocio tiene que extenderse de manera vertical, tienen uno o dos pisos dedicados al materal erótico o pornográfico, sin importar si dicho establecimiento sea una libreria, una tienda de juegos de video o de coleccionismo (mangas y figuras de acción y coleccionables). Y no sólo hablo de Akihabara o Den-Den Town, sino de de cada zona o distrito de Tokio, Osaka, Kioto y toda ciudad grande japonesa, si bien Akiba y Den-Den concentran la mayoría de estas tiendas. En realidad no es de sorprenderse si consideramos que Japón es un país que consume mucha pornografía en formato físico. Lo que sí es sorprendente es que hay una sección de Junior Idols en estos pisos de productos eróticos en prácticamente todos los establecimientos de cultura pop.

Si bien ya de por sí es muy polémico este tema, más polémico es el caso de las modelos infantiles rusas que, sin ser Junior Idols propiamente dichas, se encuentran en los anaqueles de la sección de アアイドル“aidoru” en los pisos superiores de las tiendas, es decir, en las secciones porno/eróticas. Indagando un poco, me informé que hasta el año 2014 en Japón este tipo de material era común verlo en todas partes y posteriormente, debido a una reforma que se dio en dicho año (y esto más por presión de organismos internacionales que por iniciativa propia), donde la producción de dicho material comenzó a ser penalizado, se confinó a estos espacios que venden material tanto nuevo como de segunda mano. De segunda mano, es decir, productos no nuevos que surgieron antes de 2014, tienen un nivel de erotización muy alto, en especial es el caso de los DVD y Blu-Ray de una agencia japonesa que promovía modelos Junior Idols rusas, Candydoll. Aunque me gustaría aclarar en este punto que nada de lo que se está hablando aquí es sobre pornografía (ya que no hay desnudos, acto sexual, etc.) sí se trata de erotización de menores de edad, y es algo con lo que Japón ha tenido que lidiar en su enfrentamiento cultural con Occidente durante décadas, si bien esta industria del erotismo de las Junior Idols ha sobrevivido y aún es posible encontrar este material tanto en librerías como en jugueterías y en tiendas pornográficas en Japón (por más extraño que suene) aunque de manera menos polémica/erótica de la mano de revistas como Moecco y Chu-Boh. Primero hay que entender de que en Japón absolutamente todos los comercios de cultura pop venden productos porno o eróticos, incluso en las librerías donde en los últimos pisos están las secciones de hentai, erotismo y porno (sin importar la diferencia entre ficción -hentai- o realidad –Junior Idols en lo erótico y videos explícitos de mayoría de edad en lo pornográfico-).

Conclusión
Akihabara, así como Den-Den Town, son lugares mágicos, sin lugar a dudas, en especial si te gusta la cultura pop japonesa, y para disfrutarlos plenamente tenemos que despojarnos de todo tipo de prejuicio que podamos tener con respecto a nuestros propios valores o moral ¿occidental? y ver que las cosas en Japón funcionan de manera distinta a las de aquí, como ya se ha ha visto aquí sobre los tatuajes y lo que representan para la sociedad nipona. La imagen y la estética visual es muy importante para los japoneses, en un sentido que llevan más allá de lo que nosotros entendemos como tal. Por eso la sexualización o, mejor dicho, la erotización, es algo tan importante para su sociedad sin que eso signifique llevarlo a lo sexual (por eso en los Maid Cafés está estrictamente prohibido tener una conversación con las maids que no sea estrictamente dentro de su papel que juegan como hostess), por eso en las marquesinas se ven colegialas al estilo Sailor Moon, tanto en niñas de ficción como reales. Por eso no es de extrañar que la cantante española, María Isabel, se considerara como todo un icono visual/sexual de Japón en su momento. Vestida de colegiala (sailor fuku) gracias a su éxito en Japón debido al video musical ¿De qué vas? que de hecho aún se encuentra en las tiendas de discos de Akihabara (el pasado no rompe con la modernidad en este país). María Isabel, así como las Candydolls y Junior Idols, se han convertido en un objeto de deseo estético para los japoneses; y nosotros, como “foráneos” no nos queda sino aceptar y tratar de entender su cultura sin juzgarlos duramente desde nuestra diversa moral o ética considerada occidentalmente como progresista, pues cada cultura tiene valores que suelen chocar con los valores de otras culturas/sociedades cuando éstos no concuerdan con lo que creemos o pensamos.