Viajar solo no significa que estés solo: Mi experiencia en Budapest

 

Budapest es una de mis ciudades favoritas por muchas razones, no sólo es hermosa y tiene mucha historia sino que también es una de las ciudades europeas, y quizá del mundo, con la mayor cantidad de hostales, lo que significa que por la competencia los hostales tienen que ofrecer más servicios y a mejores precios. Por cinco euros (cien pesos) la noche puedes dormir cómodamente en algún hostal céntrico (en las tres veces que he ido a Budapest me he hospedado en tres hostales diferentes sólo por probar esa experiencia hostelera). La primera vez que llegué a la estación de Keleti Pu (estación de trenes que conecta Budapest con todo el este europeo), se convirtió en mi propio hub ferroviario durante mis viajes a los Balcanes (¿qué es un hub? Cliquea aquí para saber más) y mi vida como viajero solitario cambió por completo…

Era mi primera experiencia dejando Europa occidental y adentrándome al centro y al este del continente. Tenía un temor al principio. Los trenes dejaban España, Francia e Italia… Y al llegar a la otrora cortina de hierro en Hungría, los paisajes y los mismos trenes comenzaron a cambiar. Los trenes serían más viejos, pero más elegantes, todo pasado lo es. Incluso recibiría un desayuno de cortesía que no esperaba: un jugo de naranja, un sándwich y unas galletas de chocolate (sintético); lo devoré como si fuese un manjar pues cuando se es viajabundo las comidas (buenas) escasean. Los paisajes también serían más verdes, más frescos, puros, con su límpido aire pueblerino. También Budapest tendría sus propias historias, las viejas, casi olvidadas, y las contemporáneas, bajo la égida del comunismo, que durarán mucho en la memoria de un pueblo que, empero, preferiría olvidar su pasado inmediato y construir su futuro a partir de un pasado más lejano y glorioso.

Con mi mochila y comiendo pan con queso salía de la estación de Keleti para buscar un hostal pues a veces no los reservo con anticipación, sólo me dejo guiar por el flujo de las cosas y así encontrar a mi paso lo que quiero; lo que encontré fueron tres hermosas chicas. Todo era extrañamente sublime con ese ambiente del “East meet West”.

-Do you speak English?

-Yes, and French too.

Ellas y sus sonrisas, con sus mochilas, mochileras como yo. Ellas, jóvenes, con su equipaje detrás y su futuro por delante. No me acerqué a ellas para hacerles una pregunta meramente por un acto superficial, por un acto por conocerlas así sin más, lo hice porque buscaban lo mismo que yo: un hostal. Porque estaban ahí para buscar algo; no hay desilusión o rechazo porque yo también estaba ahí para buscar ese algo. Todo es más simple cuando se viaja: conocer personas, ir al café a charlar, descubrir que las chicas en cuestión son francesas, compartir hostal y salir a un increíble bar con ambientación ciberpunk con ellas para beber jugos de naranja o licores centroeuropeos. Todo es fácil, pues al viajar se comparte el tiempo con viajeros y se sabe que habrá afinidad entre nosotros, habrá un ímpetu y apertura que nos permitirá sentirnos bien y que no encontraríamos en nuestros pueblos de origen cuando saliéramos a algún café, bar o a cualquier lugar porque nadie quiere conocer a nadie en un ambiente cerrado. Decir que viajar expande los horizontes de una persona no es un cliché, es una realidad.

Compartí parte de mi vida con ellas, compartimos hostal, cenas y risas y al irse ellas yo me iría a otro hostal (Keleti Hostel), al otro lado de la estación de Keleti, un hostal dentro de un viejo edificio administrado por Iósif, un tipo increíble con el que discutía cada noche sobre el comunismo. Brincar de hostal en hostal me permitía conocer las diferentes partes de Budapest a ambos lados del río Danubio, quizá el río con más historia en Europa. (Para ver más hostales en Budapest cliquea aquí). Su comida es deliciosa, herencia de una mezcla entre la influencia austriaca, judía y rusa, como el delicioso gulash, un guiso de carne con cebolla y pimientos consumido en los pequeños restaurantes de la capital húngara, más barato en las partes no céntricas de Pest (Budapest es la unión de dos ciudades: Buda en el lado occidental del Danubio y Pest en el lado oriental). Budapest es un enorme museo in situ (¿Qué es un museo in situ? Cliquea aquí para conocer más sobre estos museos) y en especial Buda y su ciudad antigua.

Después de Budapest me iría a Belgrado pero en otoño volvería a la capital húngara, al viejo hostal de Iósif en Keleti. Él coleccionaba corcholatas de cervezas de diversos países y en un viaje que hice a Bratislava le llevé una cerveza eslovaca, él quería que yo la bebiera pero me negué, era un obsequio para él. Me lo agradeció dándome un descuento a lo que ya era una estancia muy barata para mí (90 pesos la noche, ni siquiera en México hay hostales tan baratos). Iósif se convirtió en una especie de guía espiritual, con todas sus anécdotas del antiguo régimen comunista que tanto me fascinaban. Hacer amistades con los dueños o encargados de los hostales es hacerse amigo de un guía de turistas sin que te mientan sobre las historias de bronce de su país, siempre serán honestos contigo (o casi siempre lo serán) y te hablarán de Lenin, de Árpád Göncz y de los supermercados Tesco, los supermercados ingleses más populares en Europa central. El otoño se acabaría y estaba tentado en pedirle a Iósif trabajo en su hostal, no lo hice al final y nunca supe por qué…

Los hostales y la estación de Keleti se convirtieron en símbolos de mis viajes, de Keleti tomaría en varias ocasiones mi ya acostumbrado viaje en un tren nocturno, con todo lo que eso implica: ahorrarse el hospedaje y escuchar el sonido de las pacíficas noches centroeuropeas. De Budapest saldría tres veces a la exYugoslavia y ya comenzaría a vislumbrar la proximidad de la antigua república federal liderada por Tito mientras pensaba en mis conversaciones con las chicas francesas en aquel bar ciberpunk.

-¿Qué haces aquí? ¿Por qué aquí?

-Por la misma razón que ustedes, quiero conocer.

¿Conocer qué? La historia y su mundo. Viajar solo y con bajo presupuesto significa disfrutar, conocer, sonreír…